sábado, 24 de agosto de 2013

La base

En Chile (y en muchos otros países) los profesores universitarios ganan más y tienen mayor prestigio social que los profesores de media; éstos, a su vez, ganan más y tienen mayor prestigio que los profesores de básica. Lo que expresa esta tendencia es un peligroso desprecio por lo básico. Como si la tarea de enseñar la base, esto es, lo fundamental, no fuese – y valga mucho la redundancia – una tarea fundamental.

La base es aquello sobre lo cual se construye. Una base sólida no asegura una construcción sólida, pero es conditio sine qua non. Pregúntele a cualquier profesor de media lo que es tratar de enseñarle matemáticas a un alumno que no tiene la base. La respuesta que recibirá irá con toda probabilidad desde un “realmente difícil” hasta un resignado “imposible”. O piense cuánto más sencilla puede ser la formación cívica de un joven cuando desde pequeño se le han inculcado valores como el respeto por el otro y la solidaridad. Sin estos valores de base, educar para la democracia se hace cuesta arriba. De ahí buena parte de la importancia que los teóricos de la educación le han dado en el último tiempo a la educación inicial. (Habría que notar que una educadora de párvulo gana todavía menos y tiene aún menor estatus que un profesor de básica.)

El primer desafío de un sistema educativo, y por lejos uno de los más difíciles, es el de sentar las bases. Y para ello debe contar con profesionales comprometidos y del más alto nivel. Porque lo verdaderamente complejo no es enseñarle a los que ya tienen la base (es cosa de ver lo que ocurre en colegios como el Instituto Nacional). Lo que cuesta en serio es el trabajo a nivel de los cimientos. No sólo porque son los cimientos y, por ende, el trabajo hay que hacerlo “desde cero”, por así decir, sino también porque mientras más pequeño es el niño, más preparado debe estar el profesor a nivel pedagógico. Usted puede contar con la lectura y la escritura para enseñar muchas cosas, pero debe ampliar sus recursos pedagógicos si lo que tiene que enseñar es la lectura y la escritura. Asimismo, sus alumnos estarán en muy buenas condiciones para aprender si tienen confianza en sus propias capacidades, pero esta base de confianza debe inculcarse antes de que uno pueda descansar sobre ella. La tarea del educador inicial, sea de párvulo o de básica, consiste en construir sin base, porque aquello que debe construir es precisamente la base. Y para construir sin base se requiere mucha preparación, creatividad e inteligencia. Por ello es que los profesionales encargados de esta tarea deberían estar no al fondo sino al tope de la tabla de pagos y elogios.

A nivel de política pública, este reclamo se traduce en la necesidad de revisar seriamente los modos en que hasta ahora se ha intentado “tentar” a los egresados de media con la carrera de pedagogía en educación básica. Está claro que medidas como la Beca Vocación de Profesor no resuelven el asunto. Para que un estudiante con vocación opte por esa vocación – en vez de preferir otra carrera con mejores perspectivas de desarrollo futuro – no basta con ofrecerle la gratuidad de los estudios: hay que asegurarle además el ingreso económico y la valoración social que, por ahora y por desgracia, los profesores de básica no tienen en nuestro país. Hay que mostrarle que en Chile se ha entendido que lo básico es lo fundamental.